Vivimos en una era donde la mente domina la escena de una manera desproporcionada. Ocupa cada rincón de nuestras vidas con pensamientos, preocupaciones y emociones. La rapidez con la que todo se mueve, el bombardeo constante de estímulos, redes sociales y la cantidad de información superficial a la que estamos expuestos constantemente nos desconecta de lo más esencial: nuestro cuerpo. En este contexto, vivir plenamente habitando el cuerpo no solo es un acto de cuidado personal, sino un verdadero acto de rebeldía y activismo interior.
Heridas que nos desconectan de nuestro centro
No siempre fue así. En sociedades matrísticas, donde lo femenino era venerado como fuente de creación, la conexión con el cuerpo y con la naturaleza era el eje de la vida. La pelvis, como símbolo de fertilidad, creación, poder y placer, ocupaba un lugar central en los rituales y prácticas cotidianas.
Sin embargo, con la llegada de la sociedad patriarcal, se produjo un silencio profundo. El cuerpo femenino pasó de ser un espacio de poder a ser un lugar de control. La pelvis, nuestro centro de vida y creatividad, fue relegada al silencio. Este proceso, que ha atravesado generaciones, dejó en nosotras una herida que muchas veces ni siquiera sabemos que existe: la desconexión con nuestro cuerpo y, en especial, con nuestra pelvis.
Hoy, esa herida sigue presente y la dirección de nuestra sociedad moderna no ayuda a sanarla. Nos hemos acostumbrado a vivir desde la mente, ignorando el lenguaje de nuestro cuerpo. Pero este es el momento de cambiar. Es momento de que las mujeres digamos ¡basta! Estamos abriéndonos un despertar colectivo : es hora de borrar esa herida histórica y recuperar el poder que habita en nuestro centro.
¿Qué significa “bajar al cuerpo”?
Desde tradiciones milenarias hasta terapias y prácticas modernas, se repite una y otra vez la importancia de reconectar con nuestro cuerpo. Ya sea en yoga, pilates, meditación o incluso en psicología, todas las vías apuntan hacia el mismo objetivo: bajar al cuerpo.
Sin embargo, esta idea, aunque profundamente poderosa, suele quedarse en la superficie cuando no la llevamos a la práctica de forma consciente y sostenida.
Cuatro respiraciones al despertar, una clase de yoga semanal o diez minutos de meditación son maravillosos puntos de partida, pero no suficientes para experimentar una conexión profunda y transformadora con nuestro cuerpo. ¿Por qué? Porque estamos demasiado alejadas de él, inmersas en una sociedad que nos invita siempre a ignorarlo, o a sentirlo a través de sensaciones de placer efímero, que nos llevan a una conexión superficial y adictiva. Y que nos arrastra a identificarnos con la mente continuamente.
El poder de habitar tu cuerpo
Habitar el cuerpo, es algo que puedes haber oído con frecuencia, pero no se puede explicar fácilmente. Es una experiencia. Es una vivencia íntima, personal, que trasciende las palabras. Cuando lo experimentas, todo lo que has oído sobre “bajar al cuerpo” deja de ser una idea abstracta y se convierte en una verdad viva. Es ese momento en el que sientes que algo dentro de ti hace clic, y comprendes que esta conexión es lo que siempre has anhelado, incluso sin saberlo.
Yo misma he recorrido este camino durante más de una década, profundizando en la meditación, el trabajo con el Sistema Nervioso Central (SNC) y la conexión con mi Inteligencia Física . Pero fue en los últimos años, cuando dirigí este trabajo hacia mi pelvis, el centro de poder de cada mujer, que descubrí lo que realmente significa estar “encuerpada»
La pelvis: el centro olvidado de nuestro poder
En muchas mujeres, la pelvis no solo es un espacio físico, sino un lugar simbólico de heridas, bloqueos y desconexión. En mi caso, como en el de tantas otras mujeres, mi pelvis quebró con una serie de disfunciones y limitaciones a partir de una lesión postparto, que, sin duda, reflejaban el olvido al que había sometido mi centro de poder. Sin embargo, cuando empecé a reconectar con mi pelvis, algo cambió profundamente.
Sentí, por primera vez en mucho tiempo, un poder que no venía de la mente, y experimenté el verdadero significado de “habitar el cuerpo”. Esta conexión me permitió procesar emociones, pensamientos, creencias y experiencias a través del cuerpo, gracias al SNC, el movimiento consciente y la meditación. Hoy, puedo decir con certeza y orgullo: estoy “encuerpada” . Habito mi cuerpo, y esa sensación de arraigo y control interior es indescriptible. Me siento en mi centro, en mi poder, y desde ahí puedo afrontar la vida con una claridad y fortaleza que nunca antes había conocido.
Un llamado a las mujeres que quieren tomar su poder
Si estás leyendo esto y te sientes identificada, si tu pelvis ha sido la zona de tu cuerpo que más te ha hecho sufrir o incluso que todavía te lleva de cabeza, no estás sola. Reconectar con tu cuerpo, especialmente con tu pelvis, es un viaje transformador que merece ser recorrido. No se trata de cumplir con una rutina más, sino de permitirte sentir, habitar y vivir desde tu centro.
Ser una mujer “encuerpada” no es un destino, es un arte. Es aprender a vivir plenamente en este cuerpo que nos sostiene, nos protege y contiene el secreto de nuestro verdadero poder. ¿Estás lista para descubrirlo?
